La hepatitis es una inflamación del hígado que puede tener varias causas, como infecciones virales, consumo excesivo de alcohol, enfermedades autoinmunes o la exposición a toxinas. El hígado es un órgano vital que realiza funciones esenciales, como filtrar toxinas de la sangre, procesar nutrientes y almacenar energía. Cuando se inflama debido a la hepatitis, su funcionamiento puede verse comprometido, lo que lleva a una variedad de síntomas y complicaciones potenciales, como el daño hepático crónico, cirrosis o incluso cáncer de hígado en casos graves.
Existen varios tipos de hepatitis, siendo las hepatitis virales las más comunes:
Existen cinco virus de hepatitis principales, denominados tipos A, B, C, D y E. Estos cinco tipos son los que más preocupan debido a la carga de enfermedad y muerte que causan y al potencial de brotes y propagación de epidemias.
Sin embargo, con los servicios de prevención, detección y tratamiento disponibles, la hepatitis viral se puede prevenir, tratar y evitar casos graves
HEPATITIS A
Vacuna: Sí
Tratamiento: Sí
Cura: La mayoría de las personas se recuperan completamente
Causada por el virus de la hepatitis A (VHA), se transmite principalmente por el consumo de alimentos o agua contaminados. Suele ser aguda y no causa una enfermedad crónica.
La hepatitis A es una inflamación del hígado causada por el virus de la hepatitis A. Se transmite principalmente cuando una persona no infectada (y no vacunada) ingiere alimentos o agua contaminados con heces de una persona infectada. La enfermedad está estrechamente relacionada con el agua o los alimentos insalubres, las condiciones sanitarias inadecuadas, la mala higiene personal y el sexo oral-anal.
La hepatitis A no causa enfermedad hepática crónica, pero puede causar síntomas debilitantes y, en raras ocasiones, hepatitis fulminante (insuficiencia hepática aguda), que suele ser mortal. La OMS estima que en 2016, 7134 personas murieron a causa de la hepatitis A en todo el mundo (lo que representa el 0,5% de la mortalidad por hepatitis vírica).
La hepatitis A es común en países de ingresos bajos y medianos con malas condiciones sanitarias y prácticas de higiene. Las tasas de infección son bajas en los países de ingresos altos con buenas condiciones sanitarias e higiénicas. Sin embargo, se sabe que se han producido brotes de hepatitis A en los alimentos en varios países, incluidos los de ingresos altos. La enfermedad puede presentarse entre adolescentes y adultos de grupos de alto riesgo, como las personas que se inyectan drogas (PWID), los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres (HSH), las personas que viajan a zonas de alta endemicidad y en poblaciones aisladas, como los grupos religiosos cerrados.
Síntomas
Los síntomas de la hepatitis A varían de leves a graves y pueden incluir fiebre, malestar, pérdida de apetito, diarrea, náuseas, molestias abdominales, orina de color oscuro e ictericia (coloración amarillenta de los ojos y la piel). No todas las personas infectadas presentan todos los síntomas. Los adultos presentan signos y síntomas con más frecuencia que los niños.
Tratamiento
No existe un tratamiento específico para la hepatitis A. La recuperación de los síntomas posteriores a la infección puede ser lenta y llevar varias semanas o meses.
La hepatitis A a veces presenta recaídas, lo que significa que la persona que acaba de recuperarse vuelve a enfermarse con otro episodio agudo. Esto suele ir seguido de una recuperación.
Prevención
La inmunización es una de las formas más eficaces de combatir la hepatitis A. En Argentina la vacuna para hepatitis A esta incluida en calendario nacional de vacunación y es gratuita para niños y adultos
La propagación de la hepatitis A también se puede reducir mediante:
suministros adecuados de agua potable; eliminación adecuada de aguas residuales dentro de las comunidades; y Prácticas de higiene personal como lavarse las manos regularmente antes de las comidas y después de ir al baño.
HEPATITIS B
Vacuna: Si
Tratamiento SI
Cura: Actualmente no existe una cura para la hepatitis B crónica, pero si existen tratamientos que pueden ayudar a desacelerar la progresión de la enfermedad hepática y evitar complicaciones mayores
Provocada por el virus de la hepatitis B (VHB), se transmite por contacto con sangre o fluidos corporales de una persona infectada (transmisión sexual, de madre a hijo o por agujas compartidas). Puede ser aguda o crónica
Transmisión
La hepatitis B se transmite con mayor frecuencia de madre a hijo durante el nacimiento (transmisión perinatal) o por transmisión horizontal (exposición a sangre infectada). El desarrollo de la infección crónica es común en los bebés infectados por sus madres o antes de los 5 años.
La hepatitis B también se transmite por heridas con agujas, tatuajes, piercings y exposición a sangre y fluidos corporales infectados, como saliva y fluidos menstruales, vaginales y seminales. La transmisión del virus también puede ocurrir por la reutilización de agujas y jeringas contaminadas u objetos punzantes, ya sea en entornos de atención médica, en la comunidad o entre personas que se inyectan drogas. La transmisión sexual es más frecuente en personas no vacunadas que tienen múltiples parejas sexuales.
Síntomas
La mayoría de las personas no experimentan ningún síntoma cuando se infectan. Sin embargo, algunas personas presentan una enfermedad aguda con síntomas que duran varias semanas, como coloración amarillenta de la piel y los ojos (ictericia), orina oscura, sensación de mucho cansancio, náuseas, vómitos y dolor abdominal. Cuando la hepatitis B es grave, puede provocar insuficiencia hepática, que puede ser mortal. Aunque la mayoría de las personas se recuperan de la enfermedad aguda, algunas personas con hepatitis B crónica desarrollarán enfermedad hepática progresiva y complicaciones como cirrosis y carcinoma hepatocelular (cáncer de hígado), que causan una alta morbilidad y mortalidad.
Diagnóstico y tratamiento
Solo se necesita una muestra de sangre para una prueba de diagnóstico para hepatitis B; sin embargo, la «serie de pruebas de la hepatitis B» comprende tres partes. Los resultados de las tres pruebas son necesarios para entender perfectamente el estado de la hepatitis B de una persona.
La serie de pruebas de la hepatitis B comprende las siguientes tres pruebas:
1. Antígeno de superficie de la hepatitis B (HBsAg): el «antígeno» de superficie es una proteína que se encuentra en la superficie del virus de la hepatitis B que está presente en la sangre de la persona infectada. Si el resultado de esta prueba es positivo o»reactivo», significa que la hepatitis B está presente en el organismo.
2. Anticuerpo de superficie de la hepatitis B (HbsAb o Anti-HB): el «anticuerpo de superficie» se forma en respuesta al virus de la hepatitis B. El organismo puede producir este anticuerpo si usted recibe una vacuna o si se ha recuperado dehepatitis B. Si el resultado de esta prueba es positivo o «reactivo», significa que su sistema inmunológico ha desarrollado con éxito un anticuerpo protector contra la hepatitis B. Esto le proporcionará una protección a largo plazo contra una próxima infección por hepatitis B. Las personas que obtienen un resultado positivo de anticuerpo de superficie no están infectadas y no contagian el virus.
3. Anticuerpo del núcleo del virus de la hepatitis B (HBcAb o Anti-HBc): este anticuerpo no proporciona protección ni inmunidad contra la hepatitis B. Un resultado positivo o «reactivo» en la prueba solo indica que la persona pudo haber contraído hepatitis B en algún momento de su vida. Por lo general, esta prueba se utiliza en los bancos de sangre para analizar las donaciones; sin embargo, los resultados de las tres pruebas son necesarios para realizar un diagnóstico.

La infección crónica por hepatitis B puede tratarse con medicamentos antivirales orales. El tratamiento puede retrasar la progresión de la cirrosis, reducir los casos de cáncer de hígado y mejorar la supervivencia a largo plazo. En las directrices actualizadas de la OMS para la hepatitis B de 2024, se estima que más del 50 % de las personas con infección crónica por hepatitis B necesitarán tratamiento, según el entorno y los criterios de elegibilidad.
Para obtener más información sobre las nuevas directrices de la OMS para la prevención, el diagnóstico, la atención y el tratamiento de las personas con infección crónica por hepatitis B, lea el informe comunitario de la OMS aquí.
Prevención
Existe una vacuna segura y eficaz que ofrece entre el 98% y el 100% de protección contra la hepatitis B. La prevención de la infección por hepatitis B evita el desarrollo de complicaciones, como enfermedades crónicas y cáncer de hígado. En Argentina la vacuna para hepatitis B está incluida en calendario nacional de vacunación y es gratuita para niños y adultos
La OMS recomienda que todos los lactantes reciban la vacuna contra la hepatitis B lo antes posible después del nacimiento, preferiblemente dentro de las 24 horas siguientes, seguida de 2 ó 3 dosis de la vacuna contra la hepatitis B con un intervalo de al menos 4 semanas para completar la serie de vacunación. La protección dura al menos 20 años y probablemente dure toda la vida. La OMS no recomienda vacunas de refuerzo para las personas que han completado el esquema de vacunación de 3 dosis. Además de la vacunación de los lactantes, la OMS recomienda el uso de medicamentos antivirales para la prevención de la transmisión de la hepatitis B de la madre al hijo.
La OMS recomienda la vacunación contra la hepatitis B para los adultos que corren un alto riesgo de contraer la infección. En algunos países, la OMS recomienda la vacunación de recuperación para los adolescentes y adultos que no recibieron la dosis de la vacuna contra la hepatitis B al nacer.
Para reducir el riesgo de transmisión, la OMS también recomienda implementar estrategias de seguridad de la sangre y prácticas sexuales más seguras, incluyendo evitar compartir agujas, minimizar el número de parejas y utilizar medidas de protección de barrera (condones-= preservativos).
HEPATITIS C
Vacuna: NO
Tratamiento: SI
Cura: SI
Causada por el virus de la hepatitis C (VHC), se transmite principalmente a través del contacto con sangre infectada. En la mayoría de los casos, se vuelve crónica y puede causar cirrosis o cáncer de hígado
Aproximadamente el 70% (55-85%) de las personas infectadas con hepatitis C desarrollarán una infección crónica por hepatitis C. Entre las personas con infección crónica por hepatitis C, el riesgo de cirrosis varía entre el 15% y el 30% en un plazo de 20 años
Transmisión
El virus de la hepatitis C se transmite por la sangre. El virus de la hepatitis C se transmite por contacto directo con sangre infectada o hemoderivados, sangre – sangre directo, por vía parenteral
Su transmisión más frecuente es a través de: la reutilización o esterilización inadecuada de equipos médicos, especialmente jeringas y agujas,( tatuajes y piercing) en entornos de atención de salud; la transfusión de sangre y productos sanguíneos no analizados; y consumo de drogas inyectables a través del uso compartido de equipos de inyección.
La hepatitis C puede transmitirse de una madre infectada a su bebé y a través de prácticas sexuales que conducen a la exposición a la sangre (por ejemplo, personas con múltiples parejas sexuales y entre hombres que tienen sexo con hombres); sin embargo, estos modos de transmisión son menos comunes.
La hepatitis C no se transmite a través de la leche materna, los alimentos, el agua o el contacto casual, como abrazos, besos y compartir alimentos o bebidas con una persona infectada.
Síntomas
La mayoría de las personas no presentan síntomas en las primeras semanas posteriores a la infección. Pueden pasar entre dos semanas y seis meses hasta que aparezcan los síntomas, que pueden incluir fiebre, sensación de cansancio extremo, disminución del apetito, náuseas, vómitos, dolor abdominal, orina oscura, heces pálidas, dolor en las articulaciones e ictericia (coloración amarillenta de la piel y el blanco de los ojos).
Diagnóstico y tratamiento
Dado que las nuevas infecciones por hepatitis C suelen ser asintomáticas, pocas personas reciben el diagnóstico cuando la infección es reciente. En el caso de las personas que desarrollan una infección crónica por hepatitis C, la infección suele pasar desapercibida porque permanece asintomática hasta décadas después de la infección, cuando aparecen síntomas secundarios a un daño hepático grave.
El diagnóstico precoz puede prevenir problemas de salud derivados de la infección y prevenir la transmisión del virus.
La detección se realiza a través de un simple análisis de sangre donde se estudiara si existen anticuerpos para hepatitis C (Anti-HCV), a quienes tienen anticuerpos de hepatitis C este análisis dará positivo,( el 80% de las personas con anticuerpos positivos suelen tener la infección activa para saberlo y confirmarlo se realiza otro estudio de sangre llamado PCR, donde se puede medir también la cantidad de virus en sangre.
El análisis para detectar hepatitis C no es un análisis de rutina, por los que debes pedírselo a tu médico, en muchos países es gratuito, cubierto por las obras sociales, seguridad social o seguro de salud, también es gratuito en los hospitales públicos. Realizado en forma particular no es un análisis que tenga un alto costo
Los AAD pueden curar a más del 95% de las personas infectadas con el virus de la hepatitis C. La OMS recomienda el tratamiento con antivirales de acción directa (AAD) pangenotípicos para las personas mayores de 3 años que viven con hepatitis C crónica. La duración del tratamiento es corta (generalmente de 12 a 24 semanas), dependiendo de la ausencia o presencia de cirrosis.
Se estima que, de los 50 millones de personas que en 2022 vivían con infección de hepatitis C en todo el mundo, solo el 36 % conocía su diagnóstico y de ellas solo el 20 % (12,5 millones) de personas habían recibido tratamiento con AAD a fines de 2019.
Prevención
No existe una vacuna eficaz contra la hepatitis C, por lo que la prevención depende de la reducción del riesgo de exposición al virus en entornos de atención sanitaria y en poblaciones de mayor riesgo.
Evita el uso compartido de agujas y jeringas.
No compartas cuchillas de afeitar, cortaúñas, cepillos dentales, ni ningún elemento cortante.
Usa guantes cuando exista riesgo de contacto con sangre.
Usa preservativo ante cualquier contacto sexual no habitual o en conductas sexuales de riesgo.
Protege tus heridas con apósitos o vendas adecuadas.
Usa material estéril y descartable ante cualquier procedimiento en donde pueda haber sangre aunque sea una ínfima cantidad, como en el caso de cuchillas de afeitar en la peluquería, colocación de piercings, en el podólogo, odontólogo, etc.
Las intervenciones de prevención primaria recomendadas por la OMS incluyen:
uso seguro y apropiado de inyecciones para el cuidado de la salud; manipulación y eliminación segura de agujas y desechos médicos; prestación de servicios integrales de reducción de daños a las personas que se inyectan drogas; análisis de sangre donada para detectar la hepatitis C y otros virus; formación del personal sanitario; y practicar sexo seguro utilizando métodos de barrera como el preservativo =condón especialmente en parejas no estables o personas con VIH
HEPATITIS D
Vacuna: No (aunque la hepatitis D sólo afecta a personas que viven con hepatitis B, para la cual existe una vacuna)
Tratamiento: Sí
Cura: No
Depende de la presencia del virus de la hepatitis B para replicarse. Es menos común y se transmite de manera similar a la hepatitis B
La hepatitis D es una inflamación del hígado causada por el virus de la hepatitis D, que necesita del virus de la hepatitis B para su replicación. La infección por hepatitis D no puede producirse en ausencia del virus de la hepatitis B. La coinfección por hepatitis B y D se considera la forma más grave de hepatitis vírica crónica debido a su progresión más rápida hacia el carcinoma hepatocelular y la muerte relacionada con el hígado.
La vacunación contra la hepatitis B es el único método para prevenir la infección por hepatitis D.
Se estima que el virus de la hepatitis D afecta a casi el 5% de las personas a nivel mundial (alrededor de 12 millones) que tienen una infección crónica con el virus de la hepatitis B. La coinfección con hepatitis D también podría explicar aproximadamente 1 de cada 5 casos de enfermedad hepática y cáncer de hígado en personas con infección por hepatitis B.
Transmisión
Las vías de transmisión de la hepatitis D, al igual que la de la hepatitis B, se producen a través de heridas en la piel (por inyección, tatuaje, etc.) o por contacto con sangre o productos sanguíneos infectados. La transmisión de madre a hijo es posible, pero poco frecuente. La vacunación contra la hepatitis B previene la coinfección con la hepatitis D, por lo que la ampliación de los programas de inmunización contra la hepatitis B en la infancia ha dado lugar a una disminución de la incidencia de la hepatitis D en todo el mundo.
Los portadores crónicos de hepatitis B corren el riesgo de contraer una infección por hepatitis D. Las personas que no son inmunes a la hepatitis B (ya sea por enfermedad natural o por inmunización con la vacuna contra la hepatitis B) corren el riesgo de contraer una infección por hepatitis B, lo que las pone en riesgo de contraer una infección por hepatitis D.
Entre las personas con mayor probabilidad de coinfección por hepatitis B y D se encuentran los indígenas, los consumidores de drogas inyectables y las personas con el virus de la hepatitis C o infección por VIH. El riesgo de coinfección también parece ser potencialmente mayor en los receptores de hemodiálisis, los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres y los trabajadores sexuales.
Síntomas
En la hepatitis aguda, la infección simultánea de hepatitis B y hepatitis D puede provocar una hepatitis leve o grave con signos y síntomas indistinguibles de los de otros tipos de infecciones por hepatitis virales agudas. Entre ellos se incluyen fiebre, fatiga, pérdida de apetito, náuseas, vómitos, orina oscura, heces de color pálido e ictericia (ojos amarillos).
Diagnóstico y tratamiento
Los diagnósticos de la hepatitis D no están ampliamente disponibles y no existe una estandarización para los ensayos de ARN de la hepatitis D, que se utilizan para monitorear la respuesta a la terapia antiviral.
Existe un tratamiento para la hepatitis D, pero el virus tiende a dar una baja tasa de respuesta al tratamiento. Sin embargo, el tratamiento se asocia con una menor probabilidad de progresión de la enfermedad. Se necesitan más esfuerzos para reducir la carga mundial de la hepatitis B crónica y desarrollar medicamentos que sean seguros y eficaces contra la hepatitis D y lo suficientemente asequibles para distribuirlos a gran escala entre quienes más los necesitan.
Prevención
Si bien la OMS no tiene recomendaciones específicas para prevenir la hepatitis D, la prevención de la transmisión de la hepatitis B mediante la inmunización contra la hepatitis B, incluida una dosis oportuna al nacer, profilaxis antiviral adicional para las mujeres embarazadas que cumplan los requisitos, seguridad de la sangre, prácticas seguras de inyección en los entornos de atención de la salud y servicios de reducción de daños con agujas y jeringas limpias son eficaces para prevenir la transmisión de la hepatitis D. La inmunización contra la hepatitis B no brinda protección contra la hepatitis D a las personas ya infectadas con hepatitis B.
HEPATITIS E
Similar a la hepatitis A, se transmite principalmente a través de agua contaminada y es más frecuente en países con malas condiciones de saneamiento.
Vacuna: No disponible en todos los entornos.
Tratamiento: Sí
Cura: La mayoría de las personas se recuperan por completo
La hepatitis E es una inflamación del hígado causada por el virus de la hepatitis E. El virus se excreta en las heces de las personas infectadas y entra en el cuerpo humano a través del intestino. Se transmite principalmente a través del agua potable contaminada. La infección suele ser autolimitante y se resuelve en un plazo de 2 a 6 semanas. En ocasiones se desarrolla una enfermedad grave conocida como hepatitis fulminante (insuficiencia hepática aguda), que puede ser mortal.
Transmisión
La infección por hepatitis E se encuentra en todo el mundo y es común en países de ingresos bajos y medios con acceso limitado a servicios básicos de agua, saneamiento, higiene y salud. En estas zonas, la enfermedad se presenta tanto en forma de brotes como de casos esporádicos. Los brotes suelen aparecer tras períodos de contaminación fecal de los suministros de agua potable y pueden afectar a varios cientos o miles de personas.
Algunos de estos brotes se han producido en zonas de conflicto y emergencias humanitarias, como zonas de guerra y campamentos para refugiados o desplazados internos, donde el saneamiento y el suministro de agua potable plantean problemas especiales. En zonas con mejor saneamiento y suministro de agua, la infección por hepatitis E es poco frecuente y sólo se producen casos esporádicos ocasionales.
Síntomas
Los síntomas de la hepatitis E suelen durar entre 1 y 6 semanas y pueden incluir:
Una fase inicial de fiebre leve, disminución del apetito, náuseas y vómitos que dura algunos días; dolor abdominal, picazón, erupción cutánea o dolor en las articulaciones; ictericia (color amarillo de la piel), orina oscura y heces pálidas; y Un hígado ligeramente agrandado y sensible (hepatomegalia).
Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico a menudo puede sospecharse firmemente en entornos epidemiológicos apropiados, por ejemplo, cuando varios casos ocurren en localidades de áreas donde se sabe que la enfermedad es endémica, en entornos con riesgo de contaminación del agua, cuando la enfermedad es más grave en mujeres embarazadas o si se ha excluido la hepatitis A.
Generalmente no se requiere hospitalización, pero sí es necesaria para personas con hepatitis fulminante y también debe considerarse para mujeres embarazadas sintomáticas.
Prevención
La prevención es la estrategia más eficaz contra la infección. A nivel de población, la transmisión de la infección por hepatitis E se puede reducir mediante:
mantener los estándares de calidad de los suministros públicos de agua; y establecer sistemas adecuados de eliminación de heces humanas. A nivel individual, el riesgo de infección se puede reducir: mantener prácticas higiénicas; y evitando el consumo de agua y hielo de pureza desconocida.
Se ha desarrollado una vacuna para prevenir la infección por el virus de la hepatitis E y está autorizada en China, pero aún no está disponible en otros lugares.